Pienso que estamos en una época en que valores como la perseverancia se están perdiendo. Quizá tenga algo que ver la aceleración del ritmo de cambio social, movida entre
otras cosas por la rápida comunicación, internet, y los medios audiovisuales. Lo que ayer era noticia hoy es historia, en el más amplio sentido de la palabra: ni nos
acordamos, porque ya han surgido otras noticias que ocupan su lugar, si es posible con un poquito más de morbo, yendo un poquito más allá.
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Y lo mismo ocurre de cara al futuro. Probablemente si a una persona de hace un siglo le hubiesen preguntado que estaría haciendo en cinco o diez años, esa pregunta típica
de las entrevistas de selección, sabría la respuesta con certeza, y en el 99% de los casos acertaría: lo mismo que estaba haciendo en ese momento. Hoy día creo que la
mayoría de la gente no sabemos dónde vamos a estar en el próximo año, no quiero ya decir en cinco o diez. La vida da tantas vueltas que estudias para algo, sigues en
otra cosa porque no encuentras trabajo de lo tuyo, en esa otra cosa te cambian un par de veces la función por "necesidades estructurales", y cómo surjan unas cuantas
dificultades (como la crisis) puedes acabar en un puesto totalmente diferente de todos los anteriores.
Hemos acabado centrados intensamente el momento, pero no porque estemos enfocados conscientemente en aprovecharlo, vivirlo y disfrutarlo, sino porque inconscientemente se
nos está difuminando el pasado y el futuro. Y ello, pienso, tiene implicaciones empresariales.
El ritmo de cambio en los establecimientos de restauración, al igual que en la sociedad en sí, también se ha acelerado. Hay que generar noticias cada vez con mayor asiduidad,
para mantener el interés de los seguidores en las redes sociales. Cualquier gran cocinero actual, además del buen hacer en la cocina, debe contar con un gran espíritu
comercial: hay mucha más gente que conoce el "show" que el trabajo real que realiza en la cocina. Es evidente que todos ellos habrán tenido largos años de trabajo
anterior perseverante para hacer lo que hacen, pero no es eso lo que se ve y engancha a nivel público, sino las chispas y lucecitas del último número montado.
Me da la sensación de que el mundo de la restauración cada vez se parece más al mundo de la ropa. Ambas tienen una función primordial: vestirse la ropa y alimentarse la
restauración. En ambas puedes hacerlo bien o mal, vestir o comer con ropa/comida de más o menos calidad o mejor o peor preparada. Sin embargo en la ropa hace mucho tiempo que
estas dos características no significan nada, y lo que importa es la moda y la marca. Hoy por hoy pienso que en la restauración sí que todavía significa algo la función primordial,
por ejemplo todos los que tenemos que comer fuera de casa por cuestiones laborales, al igual que la calidad del producto: por muy de moda que pueda estar dudo que muchos
cambien un buen pata negra de bellota por un prosciutto, pero quien sabe… quizá en un tiempo veremos pases de moda de cocineros presentando la colección de churrascos de
invierno y los gazpachos de verano… ¿Qué platos prepararía el equivalente a Agatha Ruiz de la Prada?
Lo mismo pasa con la formación del personal: todo el mundo dice que es muy importante, pero mi opinión es que cada vez se imparte menos y sobre todo peor: no se forma para
tener sentido común y aplicarlo, sino para "no tener pensar". Rápido rápido ale ale y pal turno. Total, me va a durar dos telediarios...
En esta vorágine de cambio parece que eso de perseverar en algo no tiene mucho sentido: ¿para qué insistir en algo que va a cambiar la semana que viene? Pues porque hay
cosas que cambian y cosas que no. Lo que se ha hecho más difícil, y quizá en ocasiones no elegimos adecuadamente, es distinguir en QUÉ debemos perseverar. Perseverar con
la misma carta diez años, pues quizá no sea lo más adecuado, pero si hay que realizar cambios con asiduidad, perseverar en ser cada vez más eficiente en los cambios de
producto si parece adecuado. Quizá el personal rote cada vez más rápido, pero no es solución no formarlo en absoluto, sino perseverar en tener cada vez una estructura de
formación más rápida, efectiva y económica.
En suma, que hay cosas que cambian, y debemos no sólo aceptarlo sino además adaptarnos. Perseverar en hacer igual las cosas que cambian no tiene mucho sentido, pero
perseverar en hacer mejor las cosas que nos permiten adaptarnos al cambio de manera más eficiente sí que lo tiene, y esto normalmente pasa por hacer más eficiente la
estructura con la que hacemos las cosas, por ejemplo en un restaurante, a la gerencia del mismo.
Si quiero vadear un rio caudaloso, puedo perseverar en aprender a nadar en cuatro estilos diferentes, comprarme un traje de buzo, un snorkel, aletas y gafas de buceo.
Con el tiempo puede que consiga vadear el rio con esfuerzo, pero si quiero que otro lo haga al igual que yo probablemente no lo consiga: no sabrá nadar como yo o el traje
de buzo le viene pequeño. Si persevero en construir un puente, no tendré ningún problema en vadear el rio cuando me apetezca, ni en que cualquiera lo haga igual de bien que yo.
Gracias por leernos y hasta el siguiente artículo.