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Cómo se promueve la Estupidez Funcional en la empresa

Categoría: Estrategia
Cambio 1

Vaya por delante que no soy sociólogo, ni un gurú, ni este artículo es producto de un estudio detallado sobre 100 grandes empresas. Más bien es producto de ponerte a escribir un rato mientras tomas café. Vamos, que esto son opiniones, basadas eso sí en lo que leo y veo a mi alrededor, pero al final una opinión tan buena como cualquier otra. Comencemos.

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Evalúa la situación: te levantas por la mañana, y lees un rato el periódico: ¿Qué te encuentras?: las consecuencias de la crisis (cierre de empresas y paro a tutiplén, bajadas de salarios, etc.), noticias de corrupción y cambalaches de políticos de uno y otro signo y en cualquier nivel (y luego hay quien cree que no se entienden unos con otros… parece que para lo que interesa sí que se entienden), ya sea para llevárselo directamente o para que lo haga su "entorno". Fraudes en entes más o menos oficiales, empresarios con actuaciones que déjelas usted ir, etc. etc. A eso añádele las cosillas del día a día: tienes al perro con colitis, tu mujer/marido no te habla (en esto casi nunca sabes por qué), tu jefe que no se ha tomado los tranquilizantes mañaneros, el wifi que no va, etc. etc. Vas a tomar café y te encuentras con Fulanito: comentas lo mal que está todo, las cosas malas que te han pasado hoy y el contrataca con la temida frase de "pues anda que a mí, que…". Paras a comer y mientras comes haces el mismo repaso (ahora al menos tienes más munición, ya que puedes contar lo que le pasa a Fulanito). Por la tarde, al salir, tomas una cerveza con los amigos y vuelta a empezar: eso sí ya tienes munición como para rodar Rambo VIII. Y al final llegas a casa y tu pareja, en un momento de atolondramiento pasajero te pregunta eso de ¿Qué tal el día? Ah, pero ahora tienes munición como para invadir otro planeta, así que haces otro repaso del panorama. Tras esto no hay aspirina que cure esos dolores de cabeza tan inoportunos que se comentan en ocasiones.

Dado que las noticias buenas no enganchan, estamos continuamente rodeados de malas noticias, que nos repiten (y repetimos) machaconamente desde todos los medios. Y como en España parece que hay chorizos como para llenar la despensa de todos los chinos del mundo, munición no falta. Además todos tendemos a compartir este tipo de noticias y sus consiguientes sentimientos de preocupación, y es fácil dejarse arrastrar por estos "círculos" en los que repasamos todo lo malo del mundo.

De igual manera ocurre en la empresa: las redes de comunicación informal mantienen actualizado al personal de todo lo que pasa, especialmente lo malo cuando es algo interno, y lo bueno (normalmente tergiversado) del resto de empresas. Acabamos viviendo en un exceso de información negativa, en el cual solo sacamos la cabeza en contadas ocasiones para respirar: algo así como jugar un partido de waterpolo en un pozo de petróleo. Hasta aquí todo "normal", lo que me parece curioso es lo que ocurre cuando a este ambiente se le une algún aspecto, por ejemplo una crisis (como un bajada de ventas), o una nueva dirección mal capacitada, y todo se exacerba un poquito más de la cuenta.

1º La empatía de compartir malas noticias hace raros compañeros de cama.

El fondo normal de malas noticias incrementa su número y estas malas nuevas añadidas tienen una característica: y es que nos pueden afectar de cerca. Conforme pasa el tiempo y vamos sintiendo que dichas noticias pueden afectarnos, se incrementa la sensibilidad hacia las mismas. Las valoraciones acerca de estas noticias comienzan a polarizarse y van pasando de ser racionales a emocionales: lo bueno es justo, lo malo es injusto: si hay que despedir a alguien ya no hacen falta minucias como la evaluación del desempeño, ni para la empresa ni para el trabador: para la empresa es lo que hay que hacer (y por tanto es justo) y para el trabajador simplemente echar a alguien es injusto, aunque sea el mayor zoquete de la empresa. En este ambiente lo que se considera bueno y justo o malo e injusto comienza a unir a las personas, y se forman "grupos de opinión", en los que el análisis va paulatinamente disminuyendo, y con él las acciones u opiniones encaminadas a mejorar.

Cambio 2

2º Se potencia la falta de análisis y se cortocircuita la comunicación

Por parte de la empresa y para mantener el control se comienza (o se aumenta si ya estaba presente) a fomentar la Estupidez Funcional: se fomenta la obediencia, en detrimento de la reflexión crítica. La capacitación es cada vez más ajustada o incluso está por debajo del mínimo necesario, lo cual facilita la dependencia del trabajador respecto de la empresa y ayuda a no cuestionar las órdenes, por miedo a las consecuencias. La comunicación se hace eminentemente directiva y emocional, mensajes sencillos engloban cuestiones complejas. La "motivación" se busca fomentando miedos y la competencia entre los empleados y se elaboran estrategias manipuladoras para minar su autoestima, lo cual ayuda a que siga la corriente. Se fomenta el amiguismo y el seguidismo en detrimento de la competencia y el mérito.

Los empleados se polarizan entre los "seguidores" y los "opositores". Cualquier análisis de rendimiento o mérito se elimina en la valoración de los demás. En este aspecto sólo importa en qué grupo estás, para saber si eres bueno o malo, no solo como persona, sino también como profesional.

3º Se crea un círculo tóxico que va mermando paulatinamente la efectividad de la empresa.

Igualmente la valoración de la viabilidad de las propuestas, la sencillez de implementarlas y !hasta el coste de las mismas! , se va trasladando desde un marco más o menos racional a un marco fundamentalmente emocional: depende de quien la proponga así de buena, viable y económica es la propuesta. Este aspecto, junto con la simplificación de los mensajes, la falta de rigor en el análisis y el seguidismo imperante van potenciando la aceptación de propuestas cada vez más simples que tratan de dar respuesta a problemas cada vez más complejos, lo que por supuesto va generando una progresiva disminución del rendimiento efectivo de las mismas.

Para mantener el estatus el ritmo se acelera: crece el número de proyectos en marcha, lo que a su vez implica un menor rigor en los mismos, peor comunicación, mayor miedo a fallar, mayor necesidad de control y de apoyos (por si acaso falla la cosa), menor tiempo para la formación y la innovación y el desarrollo, mayor cantidad de trabajo y cosas pendientes y como consecuencia mayor estrés y menor rendimiento. Todo ello a su vez alimenta una mayor necesidad de control y obediencia en el cuadro dirigente para tratar de mantener la situación en orden y ofreciendo resultados, mientras al mismo tiempo trabajan con un equipo cada vez más desmotivado y peor formado. Se sustituye al equipo por una especié de prolongación mecánica de los brazos del directivo: cabeza solo hace falta la suya, lo demás son brazos y cuanto menos tengas que discutir con tus brazos más rápido te podrás comer el plato de sopa.

Esta situación de "sálvese quien pueda" alimenta una relajación de los principios éticos. Por el lado de la empresa, el aumento de ritmo y la falta de análisis provoca que se tomen decisiones sin evaluar correctamente las consecuencias, y en ocasiones, ignorando totalmente las mismas. Se termina poniendo, no a la empresa, sino a los intereses personales por delante de todo lo demás. Respecto a los empleados, el riesgo de ser despedidos hace que también relajen su nivel ético, aceptando el cumplimiento de órdenes que en situaciones de menor dependencia jamás aceptarían. Al final se va entrando en un círculo vicioso del que es difícil salir.

Pienso, tal y como se refleja en el artículo sobre la Estupidez funcional, que el principal inductor que inicia este proceso es el cuerpo directivo de la empresa. Pero en mi opinión nuestra propia naturaleza, así como el propio ambiente y situación en la que nos situemos puede facilitar el tránsito hacia estas situaciones. Aunque en este artículo he expuesto el proceso desde el punto de vista de que el inductor son "las circunstancias", a efectos de ilustrar la influencia de las mismas y las personas, creo que en la vida real en la mayoría de las veces es el cuerpo directivo de la empresa el que inicia, consciente o inconscientemente, este proceso. En situaciones como la actual en España, con crisis, paro y corrupción generalizadas, si no estamos conscientes del peligro, podemos actuar más como gasolina que como agua, a la hora de apagar los conatos de incendio que se puedan presentar.

¿Se puede salir de esta situación?

Bueno, antes de plantearnos si podemos salir debemos preguntarnos: ¿se quiere salir de este círculo vicioso? Tengo clara la respuesta afirmativa para la primera pregunta, pero creo que la respuesta es negativa para la segunda en muchas ocasiones. Y ello por varias razones:

  • Es fácil ver la situación financiera en cada momento, ver si se gana dinero y cuanto, solo hay que mirar una cuenta de explotación, pero es muy difícil estimar los resultados de hacer las cosas de otra manera, la que entendemos que es "mejor". Es decir, el dinero que se deja de ganar por no hacer las cosas bien no se ve. Por lo tanto ¿por qué cambiar?
  • Llevar la empresa de esta manera es más fácil: el jefe manda, los demás obedecen, no hay discusiones y siempre habrá a quien cargar el muerto cuando algo salga mal. Si a esto le añadimos que para ascender en este tipo de estructura el mérito y la capacitación no son los más necesarios (más bien al contrario), sino que puede ser más importante el seguidismo, una cierta relajación moral y grandes dosis de "inteligencia social", por llamarlo de algún modo que no parezca tan malo, tenemos que los que suelen dirigir este tipo de organizaciones no son las personas que cuentan con la capacitación necesaria para este tipo de cambio. ¿Cómo van a cambiar?: ni quieren, ni pueden ni les es beneficioso.
  • Tampoco debemos subestimar "la erótica del poder": eso de pasar por un sitio y que la gente se eche a temblar, o que tú digas algo y los demás lo sigan a pies juntillas, aunque sea una gansada, da mucho morbo a según qué tipo de personas.
  • Y por último que, puesto que normalmente en este tipo de estructura las posiciones principales en muchas ocasiones las acaba ocupando personas que tienen una cualificación inferior a la necesaria para ocupar ese mismo puesto en una empresa "normal", el cambio porque se renueve de manera natural el cuerpo directivo no es muy probable, por lo que la estructura se perpetúa.

¿Y si aun así deseásemos cambiar? ¿Se puede salir? En mi opinión la respuesta es muy clara: sí, si de verdad quieres hacerlo y tienes la capacidad de cambiar a todo el cuerpo directivo si es necesario, y no, si no tienes esa capacidad. Es decir si estas por debajo de la línea de directores, excepto que tengas un liderazgo arrollador tipo Gandhi, sepas hipnotizar o seas amigo de El Padrino, creo que es difícil que logres cambiar la empresa, aunque quizá sí sea posible que logres mantener una pequeña "isla de normalidad" a tu alrededor.

Gracias por leernos y hasta el siguiente artículo.


AbcSystems  - Eduardo Sánchez

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